sábado, 20 de octubre de 2012

Celebrar la maternidad


El haber atravesado siendo muy chica la experiencia de perder a mi mamá hizo que creciera con un gran anhelo de reencuentro en el corazón. El amparo y la amorosa entrega de mi abuela materna durante mi infancia fueron un regalo del universo que, pese a todo lo que después sobrevino, dejó entreabierta una puertita hacia la más pura esencia de mi ser maternal.


Unos cuantos años más tarde, gracias a este ser maravilloso que me eligió como su primera guía en la Tierra y a su papá, que supo ser el más amoroso y fiel compañero, floreció en mí y me zambullí de cabeza (más bien diría, "sin") en el arte de maternar, atravesando sombras, miedos, creencias y obstáculos que generalmente son los que nos alejan de nuestro verdadero ser y de la invaluable oportunidad de expandir hacia el infinito nuestra humana capacidad de amar.


En este día de recuerdos, homenajes y festejos, quiero agradecerles -una vez más- a todos los que a su manera y desde su lugar, acompañaron, facilitaron, sustuvieron e hicieron posible este despertar en mi vida y que, de diferentes formas, continúan haciéndolo. Familia, amigo/as, maestro/as, terapeutas. Y también a las valiosas y valientes mujeres que hoy me permiten acompañarlas como una guía terapéutica y del alma en sus propios viajes de transformación.


Mi deseo es que tengamos todos un Feliz Día de la Madre, y que podamos celebrar juntos a ese ser maternal, amoroso, contenedor y nutritivo que, más allá de toda herida, está esperándonos siempre para abrazarnos en nuestro corazón.