Cuando las mujeres nos reunimos, siempre pasan cosas. A veces son superficiales y banales, pero otras, muy profundas, bellas y casi mágicas.
Como dice Jean Shinoda Bolen, los círculos de mujeres emanan un poder invisible. Son espacios sagrados donde compartir abiertamente ideas, sentimientos, necesidades y esperanzas, y donde escuchar, prestar y recibir atención, amorosa, respetuosa y compasivamente. Un lugar seguro en el que podemos contar nuestra verdad y empezar a sanarla.
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