miércoles, 2 de diciembre de 2009

Compasión


Sentir compasión es poder estar junto al otro que padece, que sufre y permitir que eso que está siendo, sea. Tocar algo de las profundidades de "su" dolor y ver allí un pedacito del "propio". Sin empujar, sin invadir, sin tratar de superarlo todo rápidamente.

Qué difícil es a veces poder permanecer ahí, en los lugares más sombríos, los propios y los ajenos, que, en esencia, terminan siendo los mismos, con otra cara y en otro cuerpo. El sufrimiento humano es algo que compartimos producto de nuestro actual nivel de conciencia, pese a que nos creemos separados del resto, autónomos e independientes de todo cuanto ocurre más allá de nuestra piel.

Si nos permitiésemos transitar esos espacios de dolor, solos si así lo necesitamos, y también sabiéndonos acompañados desde el corazón y la presencia por quienes pasaron, están pasando por algo semejante o simplemente tienen la disponibilidad de "estar ahí", a nuestro lado, cuánto sufrimiento y desgaste físico/emocional nos ahorraríamos.

La energía que perdemos rechazando las circunstancias, esparciendo culpas por todas partes, esforzándonos por mirar para otro lado o de hacer de cuenta que eso que sentimos nunca sucedió, podríamos utilizarla positivamente, para expandir nuestra acotada perspectiva de nosotros mismos y de las circunstancias.
Lo admitamos o no, existe un para qué oculto en las profundidades de cada fracaso, de cada pérdida, de cada dolor y llegar hasta ahí nos permite reconocerlo y aceptarlo como una puertita que se abre para aprender lentamente a convivir más armoniosamente con la totalidad de nuestro Ser.