jueves, 29 de octubre de 2009

Círculo de mujeres


Cuando las mujeres nos reunimos, siempre pasan cosas. A veces son superficiales y banales, pero otras, muy profundas, bellas y casi mágicas.

Como dice Jean Shinoda Bolen, los círculos de mujeres emanan un poder invisible. Son espacios sagrados donde compartir abiertamente ideas, sentimientos, necesidades y esperanzas, y donde escuchar, prestar y recibir atención, amorosa, respetuosa y compasivamente. Un lugar seguro en el que podemos contar nuestra verdad y empezar a sanarla.

martes, 27 de octubre de 2009

La enfermedad y sus preguntas


Cuando me recibí de psicóloga, mi trabajo de investigación final fue acerca del acompañamiento a enfermos terminales. En aquellos tiempos me interesaba indagar desde distintos enfoques teóricos el fenómeno del morir con sus múltiples implicancias a nivel físico, psíquico, emocional, socio-cultural, espiritual; y a la vez proponer una mirada más amplia dentro del ámbito psi académico.
Entré por esa puerta. Pero lo que fundamentalmente me inquietaba, desde muy pequeña, era la pregunta por el sentido de la vida. Mi búsqueda apuntaba a movilizar algún replanteo existencial más profundo que, en ocasiones como la de una muerte cercana, se vuelve casi ineludible.

Investigando acerca de diferentes tratamientos psicoterapéuticos para pacientes con cáncer, descubrí, entre otros, a un investigador y psicólogo clínico, Le Shan, que luego de treinta y cinco años de trabajo con estos pacientes y sus familias, describió cómo el cambio psicológico en conjunto con el tratamiento médico, era capaz de estimular la curación de un sistema inmunitario puesto en peligro. 
Hay muchísimos trabajos acerca de este tema que me resulta apasionante y están muy difundidos acerca de personas que lograron mejorías importantes y hasta remisiones espontáneas, pero lo que quiero rescatar son las preguntas que él le hacía a sus pacientes:


¿Qué tipo de vida haría que te gustara levantarte por la mañana y acostarte “agradablemente cansado”a la noche?


¿Qué es lo que más te animaría y entusiasmaría en la vida?


¿Qué tipo de vida imaginas que daría cauce a todas tus potencialidades, y con la que estarías en armonía física, psíquica y espiritualmente?


¿Qué estilo de vida supones que sería afín a tu ser?


¿Cómo vivirías si pudieras hacer que el mundo conspirara a tu favor?


¿Nos animamos a planteárnoslas? ¿O las descartamos de antemano por idealistas, utópicas o banales? A veces vamos por la vida creyendo que no tenemos opción. Personalmente, y más allá de qué dolorosa historia personal provengamos, creo que siempre es posible y vale la pena intentar responderlas. Por lo menos alguna vez, voluntariamente. Ponernos una mano en el corazón e indagar en el viejo arcón de nuestros deseos escondidos, allá en el fondo, para ver qué tienen para decirnos, hacia dónde nos impulsan. Es un viaje apasionante que podemos emprender solos o de la mano de algún maestro, amigo o terapeuta. 
Y una vez que los hayamos podido reconocer y validar como propios, ir haciéndoles un pequeño lugarcito en nuestra agenda cotidiana, antes de que la enfermedad -o el destino- nos las formule “inesperdamente”.

lunes, 19 de octubre de 2009

El día de mamá, todos los días


El día después de los festejos comerciales y los saludos convencionales, mi pequeño y sentido homenaje a todas las mujeres que cada día despliegan su ser maternal, lo más amorosamente que pueden, con los pocos o muchos recursos que cuentan y alentadas por una misteriosa fuerza, increíble y poderosa, que cuando emerge nos vuelve capaces de sortear cualquier obstáculo y superar cualquier limitación.
A todas ellas, a mi querida madre y abuela que desde el cielo me acompañan y guían en esta búsqueda personal, desde lo más profundo de mi corazón: FELIZ DIA.

Hacemos la revolución cada mañana cuando despertamos sudando envueltas en el cuerpo del niño pequeño. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones, verdades nombradas, diálogos abiertos, compresiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso hacen parte de la nutrición afectiva. Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.

Las madres hacemos la revolución cuando recuperamos nuestros rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la tierra y somos el cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.

La revolución de las madres acontece cuando nos dejamos fluir por la energía de las trece lunas de cada año. Cuando nutrimos, alimentamos, sanamos, atendemos, esperamos y estamos abiertas y receptivas para con los demás.

No importa que hayamos tenido vidas difíciles. Cada día es una nueva oportunidad para mirar a un niño y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna. Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos
.”
Laura Gutman, "La revolución de las madres"

sábado, 3 de octubre de 2009

Alimentación, arte y transformación



Hoy, como cada vez que un suceso cotidiano relanza algún tema histórico en mi vida y me deja cric cric... recapitulando... volví a mi biblioteca para desempolvar “aquel” librito rojo, subrayado vaya a saber en qué época.
La alimentación es una de esas temáticas que me "ocupó" durante muchos años. Ya en la adolescencia en medio de búsquedas y rebeldías propias de la edad y más tarde siguiendo al bichito de la curiosidad que insistentemente me picaba, fui metiendo las narices en las medicinas alternativas siempre con el afán, como canta Diego Torres, de tratar de estar mejor.


Uno de los libros que me abrió mucho el panorama en aquellas épocas exploradoras fue “Entrenamiento para la vida” del Dr. Juan M. Rey. Se trata de una propuesta integral de Medicina Energética creada por un médico argentino, en base a la Macrobiótica como filosofía de vida que apunta a ampliar la conciencia y favorecer un proceso evolutivo en el ser humano.

En uno de los capítulos Rey compara a la alimentación conciente con la poesía. Como cualquier expresión artística esta nace del delicado equilibrio entre razón e intuición. Personalmente creo que en toda transformación profunda es necesaria esa dosis de arte, de locura (para este sistema en el que vivimos), de ese plus que sobrepasa a lo racional-lógico-esperable y que cuando lo encontramos, nos exalta el corazón. El autor lo dice así:

“La alimentación es el primer acto, la primera urgencia del hombre. Sigue en primer plano en cuanto a necesidad de subsistencia, pero se ha olvidado su sentido profundo. Mas no sólo la comida es alimento. También lo es el aire que respiramos, las impresiones, las emociones, cualquier tipo de intercambio con el medio ambiente. El equilibrio resultante de una correcta administración, es lo que precisamente desembocaría en la posibilidad de creación del ideal de todo gran artista: la transformación de la vida en poesía.

No sólo es enfermedad la gripe, sino también la envidia, la avaricia, la represión, todo lo que daña el espíritu. La Macrobiótica invita a vivir poéticamente, es una forma de vida en la cual uno tiene la posibilidad de adentrarse cada vez más en las cosas para “ver” más. Enseña a morir cada noche y a nacer cada día, a encontrar un punto sobre el alambre del equilibrista donde todo está bien: uno acepta porque ve el Orden del Universo en acción, uno no se resiste más porque comprendió por fin que no hay nada de más ni de menos, cuando las cosas se ven desde un especial punto de equilibrio.

La poesía es un equilibrio exquisito y delicado entre intuición y razón. El acto poético es una revelación, un crecimiento del nivel de conciencia que ayuda a despertar. El entrenamiento del cuerpo y de la mente en simpleza y despojamiento origina una tensión en la línea que separa individuo y ambiente, vida y muerte. Nuestra formación occidental hace que el hombre primero se individualice y fortalezca su ego. Pero llega un punto en el que necesita negarse a sí mismo y afirmar al Universo. En la alimentación y en la forma de vida correctas se tiende a buscar el punto medio entre lo individual y lo universal (…)

El momento de la comida es sagrado. Lo fue en la antigüedad y lo siguió siendo después. Para el oriental, el alimento representa la divinidad, ya que contiene la potencia creadora. La semilla encierra simultáneamente pasado, presente y futuro. El hombre se relaciona con lo que lo rodea a través del tubo digestivo, que embriológicamente es igual a la piel. Esto es importante porque el acto de comer puede ser un momento de relación conciente con el medio externo.
Lo que ingerimos se transformará en sangre y células propias (…) Lo importante es tomar conciencia de que comer es un acto creativo, capaz de desencadenar a su vez una sucesión de actos creativos. El hombre funciona como un pequeño laboratorio donde se realiza la alquimia de la vida, la transmutación de los reinos mineral, vegetal y animal en humano. Pero la pregunta es: ¿Qué calidad de humano? ¿A qué nivel evolutivo se quiere pertenecer?"

Suele decirse que “somos lo que comemos” y también: lo que pensamos, lo que escuchamos, lo que leemos, lo que miramos, lo que sentimos en la piel y en las entrañas en cada encuentro con los otros. Detenernos a observar, evitando juzgar rápidamente, sólo mirar e intentar comprender cuál es ese input, qué (o con qué?) nos damos cada día, desde que abrimos los ojos por la mañana hasta que los volvemos a cerrar para irnos a dormir, puede ser un paso enorme hacia una verdadera transformación.