viernes, 27 de mayo de 2011

La Medicina del Movimiento



“ Todos somos bailarines. Todos llevamos dentro un chamán a la espera de despertar, listo para danzar sobre el filo de la realidad. Romper el hielo, derretir las máscaras, sentir algo en los huesos, aterrizar, vivir.”


Gabrielle Roth



Siguiendo con este fascinante tema de las posibilidades de integración cuerpo-mente-espíritu en la búsqueda de la salud, el bienestar y la expansión de la conciencia, este martes en nuestro programa de radio tendremos la visita especial de la Lic. Marisu Rimoldi quien nos va introducir en un interesantísimo trabajo terapéutico denominado ”5 Rhythms® Movement Therapy”.


Se trata de un abordaje que tiene un fuerte anclaje en la práctica de los 5 Ritmos de Gabrielle Roth que se han expandido al terreno de lo psicoterapéutico de la mano de la Dra. Andrea Juhan. Es una práctica en la cual se articula una síntesis que tiene como pilares el movimiento, la danza y nuestro sistema de creencias.


Aquello que creemos condiciona nuestras acciones, nuestras percepciones, nuestros modos de estar en el mundo. Somos constructores de nuestra realidad. Los hechos suceden (la vida, la muerte, las enfermedades, los cambios de planes, los amores y desamores) y nosotros los recreamos, dándoles sentido y significados.
En este proceso nuestro cuerpo toma nota de cada experiencia, guarda nuestra historia y sabe de cada uno de nuestros pensamientos y emociones ya que estos lo atraviesan en cada una de sus células.


Nuestro cuerpo sabe, nos sabe. Rescatar la posibilidad y la capacidad de rediseñarnos una y otra vez es parte de esta invitación, encontrando modos cada vez más funcionales y plenos de vivir.


Para quienes quieran saber más acerca de la Lic. Marisu Rimoldi y de este abordaje psicoterapéutico, pueden entrar a: www.marisurimoldi.com.ar
Y como siempre, los esperamos a las 17hs por MantraFM (www.mantrafm.com.ar) para seguir compartiendo experiencias y descubriendo nuevas posibilidades en el camino del crecimiento y la evolución. Gracias por acompañarnos!!!

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sincronicidades

"Hasta el momento en que uno no se compromete hay dudas, la posibilidad de echarse atrás, a menudo falta de eficiencia. En lo que concierne a todos los actos de iniciativa [o creación] existe una verdad elemental, cuya ignorancia es responsable de la aniquilación de incontables y estupendos planes; que en el momento en el cual uno se compromete definitivamente, la Providencia también se mueve.Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos, cosas que de otras maneras nunca hubieran sucedido.

Toda una corriente de acontecimientos surge de esta decisión, y se pone de nuestro lado toda una serie de incidentes, encuentros y asistencia material que nadie hubiera creído que pudiera existir. Cualquier cosa que te creas capaz de hacer o que pienses que puedes hacer, empréndela. La acción tiene en sí misma magia, gracia y poder."


Goethe

sábado, 14 de mayo de 2011

Espiritualidad y vida cotidiana



Ser humano es ser una posada, todas las mañanas llega alguien nuevo. Una alegría, una depresión, una mezquindad. Despertamos momentáneamente a algo nuevo como acogemos a un visitante inesperado.

Recíbelos y atiéndelos a todos,aunque sean un montón de penas que barren violentamente tu casa y vacían tus muebles. Aún así, trata a cada huésped de manera honrosa. Tal vez te esté preparando para algún deleite.

El pensamiento sombrío, la vergüenza, la malicia ve a recibirlos a la puerta, con una sonrisa e invítalos a entrar. Agradece a quienquiera que llegue porque todos han sido enviados como guías del más allá.

Rumi



¿Qué significa ser una persona espiritual en la vida cotidiana? En lo personal creo que se trata de darle lugar en nuestro hacer de todos los días a esa dimensión trascendente que como seres humanos todos tenemos. Saber y creer con la mente y sentir con el corazón que somos más que este cuerpo con sus emociones y pensamientos, separado de todo lo demás. Separado de la naturaleza, de los otros seres humanos, del cosmos.


Puede que en el trajín de todos los días y demasiado enfocados en “lo que tenemos que hacer”, perdamos una y mil veces de vista esta perspectiva y actuemos desde nuestro pequeño ego, cargado de ansiedades, temores, recuerdos y fantasías. Pero en el fondo, quienes ya emprendimos este viaje, siempre sabemos que hay algo más allá. Que otra vida es posible. Una parte de nuestro ser no lo olvidó completamente y siempre añora ese reencuentro con un modo de estar –con nosotros mismos y con los demás- más pleno, natural y abierto.


Puede que tengamos alguna práctica meditativa, que asistamos a seminarios, retiros o talleres dónde explorar y contactar con esta dimensión de lo espiritual humano. Pero cada vez que volvemos a casa el desafío es mantener esta perspectiva ampliada del mundo y de nosotros mismos, aún en medio de la velocidad del quehacer cotidiano, para enriquecer con esta sabiduría el tránsito por nuestros días.


Como dice Jack Kornfield, la verdadera tarea de una auténtica vida espiritual no está en lugares remotos ni en estados alterados de conciencia. Está aquí en el presente. Dondequiera que nos toque estar hoy. Esta espiritualidad nos pide que tengamos un espíritu de bienvenida para saludar todo lo que se nos presenta, con un corazón sabio, respetuoso y bondadoso. No siempre estaremos centrados, sonrientes y extáticos. Pero podemos elegir tomar una actitud de aceptación más tolerante y compasiva frente a nuestro sufrimiento y el de los demás. Ante nuestras ataduras, miedos, confusiones y las del mundo en que vivimos.


Darle la bienvenida a esto que es, a esto que está siendo ahora mismo, en lugar de lo que idealmente esperaríamos que fuese, no es nada fácil. Lo sé por mi propia experiencia y por la de quienes acompaño en su búsqueda personal. Más allá de cualquier obstáculo, sigo creyendo que es una de las prácticas más transformadoras, eficaces y sanadoras para la vida.

viernes, 6 de mayo de 2011

Mente abierta, corazón abierto





Hoy tuve una de esas maravillosas experiencias que, por más sencillas y ordinarias que parezcan desde afuera, internamente abren caminos, aún cuando no sabemos exactamente cuáles ni hacia dónde nos llevarán. Fue en una clase de sanación vibracional a través de la energía del sonido y el movimiento armónico, al ritmo de didjeridoos, bowls tibetanos, flautas, tambores y la propia voz como instrumentos para el viaje al centro del ser.


Más allá de cualquier lectura o conceptualización, esa sensación de apertura, cuando la experimentamos, es algo claro y deliciosamente inolvidable. Puede darse durante una meditación, en un encuentro terapéutico, en contacto con la naturaleza, pintando, cocinando, leyendo o jugando un niño. No importa cómo. Son vivencias tan simples como sanadoras que vale la pena intentar encontrárselas con más frecuencia. Como el surfista que va una y otra vez con su tabla al lugar dónde nacen las olas y está ahí, esperando, atento para subirse cuando viene una.


En sintonía con esta experiencia, leí un capítulo de un libro que me atrajo por su título y la imagen de la portada. Se llama "La danza del Vacío" de Adyashanti:


"Algunas personas tienen más facilidad para abrir la mente, otras abren el corazón con más facilidad, pero para estar aquí tenemos que abrir ambos. Cuando estás abierto no filtras tu experiencia, no construyes barreras. No intentas defenderte, sino que te abres al misterio y te cuestionas lo que crees.


Cuando te des la increíble oportunidad de dejar de buscarte en ningún concepto o sentimiento, la apertura se expandirá y la identidad se convertirá, cada vez más en apertura. Esto constrasta con cualquier lugar de referencia de la mente llamado creencia o con cualquier sensación específica del cuerpo. No se trata de deshacerse de los pensamientos ni de los sentimientos, sino de situarse fuera de ellos.


La apertura no ocupa ningún sitio concreto. Está por todas partes. Todo cabe en su interior. Puede contener pensamientos. O sensaciones. Quizá contenga sonidos. Tal vez contenga silencio. Pero nada es una molestia ante la apertura. A tu verdadera naturaleza no le molesta nada. Nos molestamos cuando nos cerramos para identificarnos con un punto de vista, con una idea de lo que somos o de lo que creemos ser; entonces vamos en contra de lo que está pasando. Pero cuando somos nuestra verdadera naturaleza, que es apertura, descubrimos que nunca vamos en contra de nada. Todo lo que está pasando en la apertura es perfecto, así que podemos responder a la vida de manera sabia y espontánea".

domingo, 1 de mayo de 2011

Una travesía del alma


Como humanidad estamos camino hacia una nueva conciencia. Lo admitamos o no, estemos haciendo algo al respecto o mirando otro canal, la necesidad de una transformación profunda y, por momentos radical, se nos presenta a todos de una forma u otra, cada vez con más intensidad.

Uno de los lugares más sacudidos por los vientos de cambio son las relaciones íntimas, particularmente los vínculos hombre-mujer. Muchos de nosotros venimos de un largo camino en busca del “amor”. La pasamos bastante mal, sufrimos más de la cuenta, nos equivocamos una y otra vez aplicando las mismas estrategias hasta que un día, un faro se encendió allá a lo lejos y decidimos cambiar de rumbo y partir al encuentro de otras posibilidades.
Desde mi experiencia personal y profesional como terapeuta, creo que en temas amorosos, de pareja, de vínculos íntimos y a largo plazo es necesario llegar a un punto de inflexión en el cual nos cansamos de padecer. Es cuando con una mano en el corazón y desde lo más profundo de nosotros mismos decimos: "basta", "esto no lo quiero más" y entonces estamos verdaderamente dispuestos, decididos y abiertos a cambiar de actitud y explorar nuevos horizontes.
No es ninguna novedad, la mayoría de nosotros provenimos de historias amorosas primarias fallidas. No es que nos haya faltado necesariamente amor de nuestros padres o quienes nos criaron, en general todos tenían buenas intenciones pero no supieron hacerlo de otra manera, hicieron lo mejor que pudieron con lo que eran y lo que tenían para ofrecer. A amar conciente y profundamente, se aprende. O mejor, se reaprende. Es una tarea, a mi modo de ver, impostergable para tener una vida plena y feliz, aquí en este mundo, más allá de las circunstancias con sus vaivenes inevitables y humanos.
Para llegar a ese tan anhelado encuentro amoroso con un otro, a ese cruce de caminos que nos une a otra alma por un largo tiempo, primero tengo que ser capaz de encontrarme conmigo mismo/a. Es preciso que tenga una mínima idea de quién soy, de dónde vengo, qué quiero sinceramente hoy para mi vida. Esto que parece simple, puede llevarnos toda una vida. A veces estas preguntas van calando nuestra personalidad y podemos ir sacando capas y más capas, como en una cebolla, para acercarnos suave y cuidadosamente al nudo de ese viejo dolor que nos mantiene alejados de un amor real, aquí y ahora.
Cada día más hombres y mujeres, de diferentes edades, con distintas experiencias de vida se están animando a preguntarse cómo hacer para volver a encontrarse, para sanar esas heridas que tantas marcas dejaron en sus corazones como barreras en sus mentes. Cada día somos más las mujeres y los hombres decididos a dejar de ser espectadores somnolientos para convertirnos en lúcidos protagonistas de nuestras propias vidas. El trabajo -psicológico y espiritual- sobre nosotros mismos es el punto de partida de un viaje en el que nunca sabemos a ciencia cierta a dónde llegaremos. Sin embargo, en determinado momento, algo en nuestro interior nos impulsa irresistiblemente a embarcarnos.
Hoy quiero dedicarle este fragmento de “Fuego en el cuerpo” de Sam Keen a los varones, a todos esos hombres maravillosos que con tanta valentía y firmeza están abriéndose paso desde el centro de su esencia masculina para ir a nuestro encuentro, en esta travesía del alma.


“La mayoría de los hombres en cualquier sociedad se somete a los ritos de tránsito convencionales, gana la insignia de la masculinidad y se queda relativamente satisfecho. En épocas tranquilas la mayor parte de los hombres y de las mujeres no se hace preguntas importantes sobre su identidad; han sido marcados, adoctrinados y gobernados por estereotipos, modelos de conducta, imágenes heroicas y por la ideología convencional. (…) La mayor parte de la gente es relativamente inconsciente de las fuerzas que dan forma a su identidad.
Sin embargo, en toda sociedad hay hombres y mujeres extraordinarios que, por distintas razones, se apartan del consenso social, quebrantan las normas y desafían al status quo. Estos iconoclastas –profetas, rebeldes, revolucionarios, reformistas, chamanes, visionarios, místicos, artistas, locos, genios- agitan las aguas y perturban a la mayoría, pero dan a la sociedad nuevas energías creativas y suelen pagar muy caro el constituirse en la vanguardia de las nuevas formas de ser. Con frecuencia son solitarios, dolorosamente autoconscientes y más fuertes y más raros que las personas promedio.
En épocas turbulentas sólo hombres y mujeres extraordinarios cuestionan la noción de realidad socialmente aceptada, pero en tales momentos, el número de estos hombres y mujeres aumenta. Esta es, por supuesto, la situación actual, cantidades de personas reflexionan sobre los valores y las visiones con que viven mientras las naciones superdesarrolladas llegan al fin de la era industrial y las naciones subdesarrolladas comienzan a industrializarse. La proporción de cuestionadores, a nivel mundial, nunca fue tan grande como ahora. Hemos entrado en una época de grandes disturbios y de gran creatividad; la mayoría “normal” va haciéndose cada vez más reaccionaria en un esfuerzo por conservar los valores de una era que agoniza y la vía heroica se llena de individuos que buscan el camino hacia un futuro más esperanzado.”