lunes, 28 de marzo de 2011

Soledad padecida o soledad disfrutada?

Este martes a las 17hs. en Encuentros Para el Darse Cuenta por MantraFM vamos a hablar acerca de "La Soledad". Mientras buscaba algunos textos inspiradores para compartir con nuestros oyentes encontré esta entrevista al Dr. Norberto Levy y me pareció super esclarecedora para ver estas dos caras de la misma moneda. Les dejo algunos fragmentos. Que la disfruten!

"Existe una soledad padecida y una soledad disfrutada. A partir de esta distinción se abren dos preguntas fundamentales: ¿cuáles son las condiciones internas que generan una u otra soledad? Y ¿qué necesitamos aprender para poder pasar de la soledad padecida a la disfrutada? Para responder estas preguntas es necesario primero reconocer que, en tanto ser humano soy un individuo en relación con otros, y soy también en mí mismo, un conjunto. Un conjunto de tendencias, impulsos, deseos, a veces armonizables, muchas veces contradictorias. El hecho de poder registrar que soy un conjunto y que albergo múltiples tendencias ya es un paso importante. Y más importante aún es el paso siguiente: ¿cómo se llevan entre sí las partes de ese conjunto que soy, especialmente cuando son contradictorias? En la práctica clínica se puede ver que en mucha gente sus diferentes tendencias interiores están en combate permanente entre sí. Se detestan, no se soportan.

Pongamos uno bien sencillo: Una parte mía quiere ir a una reunión y otra quiere quedarse. ¿Cómo resuelvo esa dualidad? Solemos creer que para tomar una decisión, necesariamente una debe vencer a la otra. Entonces la que quiere salir se impone, obliga a salir a la que quiere quedarse y voy a la reunión. Si quien quería quedarse quedó derrotado, obligado a salir "sin chistar", en nombre de un eventual buen propósito, por más que parezca satisfactorio por que decidí algo, esta modalidad hace daño. Y lo hace porque la parte mía derrotada se siente no escuchada y queda abatida y resentida. Desde ese enojo se desquita saboteando a quien salió. Que a su vez contragolpea…, y así siguen en una batalla sin fin. Todo esto lo percibimos como tironeo interior, angustia y auto reproches: "Por tu culpa no puedo hacer las cosas que necesito…, te odio, sos mi mayor enemigo, quiero que desaparezcas", etc. Si bien en el mundo externo, en situaciones en las que intervienen jerarquías, como por ejemplo en la relación jefe empleado, es adecuado algunas veces apelar a la orden para tomar una decisión, en el mundo emocional interior no rige en absoluto la ley de la imposición. La ley que rige es la del acuerdo entre pares. Cuando uno se apoya en la imposición de una parte sobre otra como un camino habitual para tomar decisiones los resultados son catastróficos. Para hacerlo más claro aún es como si en el plano físico el hígado quisiera imponerse al estómago para que haga lo que él quiere y el estómago se rebelara y entonces ambos vivieran en guerra entre sí, para ver quién gana.



¿Cómo se relaciona esto con el tema de la soledad? Precisamente una de las consecuencias de esta modalidad es que la soledad se torna muy difícil y dolorosa. Uno hace cualquier cosa con tal de no estar solo porque estar solo es estar más en contacto con esa pelea interior en la que cada socio no se siente ni acompañado ni comprendido por el otro. Y ese aislamiento de cada socio interior es la base más profunda del sentimiento personal de soledad angustiosa e insoportable. Es la soledad padecida. Cuando esas dos partes se dan cuenta que son socios de verdad, que las dos tienen el mismo derecho a existir, que entre ellas no cabe la imposición, y que por lo tanto van a dialogar hasta que encuentren una acción que las dos puedan suscribir, entonces se genera entre ellas la sensación de equipo cooperativo y solidario. Cuando los socios que me constituyen alcanzan ese estado, esa es la base más profunda del sentimiento de seguridad y confianza en mí mismo. Entonces la soledad es vivida de un modo muy distinto: no produce angustia y es más un sentimiento de intimidad que de aislamiento. Es como el campamento de base en andinismo: un lugar al que se vuelve para refugiarse de las tormentas, para reordenarse, recuperar fuerzas y así poder volver a salir. Es la soledad disfrutada. Lo maravilloso de esta modalidad es que cuando se han establecido pautas interiores de colaboración se le hace a uno más fácil encontrar caminos para hacer relaciones con otras personas, porque uno cuenta con el modelo interno y espontáneamente tiende a reproducirlo afuera. Y si el otro -ya sea mi pareja, mi socio o un amigo- no concuerda, o la relación no es satisfactoria, no necesito someterme para continuarla a cualquier precio porque tengo un lugar, que soy yo mismo, adonde volver. Y ese es uno de los domicilios más preciados que podemos tener aquí en la tierra.


¿Hay algo más que ayude a estar bien en soledad? La otra base que ayuda a hacer habitable y grata la soledad es poder darle un sentido a la propia vida. Darle un sentido quiere decir inscribirla en algo más vasto, ya sea la idea de Dios, el Amor, algo que amo más que a mi propia vida, una causa que apasiona y que continúa luego de que yo muera, que puede ser tanto un trabajo comunitario o tareas de jardinería. Aquí no importa tanto la magnitud de la tarea sino la actitud con la que se la realiza. Todo esto es lo que habitualmente llamamos la dimensión trascendente de la vida. Esa conexión da un sentido de pertenencia, de compañía, que respalda y acompaña poderosamente en los momentos de soledad, más o menos prolongados, que a uno le pueda tocar vivir. Una vez le preguntaron al maestro Atahualpa Yupanqui qué pensaba de las coplas anónimas, que pueblos enteros cantan sin saber el nombre del autor. Y él respondió que la vida premia al verdadero artista con el anonimato porque si bien nadie recordará su nombre, ninguna tumba encerrará su canto. A mí me impactó mucho esa respuesta porque muestra el amor a la obra más allá del propio nombre y apellido. Cuando uno ama la copla de ese modo, uno ES la copla y se siente nombrado por quienes la cantan. Esa es la esencia del trascenderse a sí mismo y sentirse parte de un movimiento más vasto que lo incluye y traspasa. Cuando se alcanza esa vivencia la soledad personal ya no es algo que nos haga sentir aislados o desamparados."

domingo, 13 de marzo de 2011

"Lo que soy" versus "lo que desearía ser"


Buena parte de nuestro sufrimiento psicológico proviene de un malentendido. Surge de una lucha, un enfrentamiento interno entre dos fuerzas antagónicas: “lo que soy” versus “lo que desearía ser”.
Casi sin que nos demos cuenta, en nuestra mente se instala un campo de batalla y vamos por la vida, en medio del fuego cruzado, sin comprender por qué nos pasa lo que nos pasa. 
Esa lucha interna, tarde o temprano, se va reflejando en diferentes sucesos de nuestra vida cotidiana, especialmente en nuestros vínculos más cercanos.
La salida de este laberinto existencial tiene más de un puerta. La liberación del ego es una alternativa para quienes buscan la iluminación. Mientras tanto, existen maneras de aprender a convivir mejor con nuestro “yo” en el transcurso de esta vida terrenal. Se trata de lograr que ese ego infantil y carente por definición, madure. Que lentamente despierte del condicionamiento que arrastra y, un buen día, con viento a favor y un profundo trabajo evolutivo consciente, llegar a trascender los viejos patrones de respuesta.
El Dr. Noberto Levy, reconocido psicoterapeuta humanista transpersonal describe este mecanismo del “desacuerdo interior”, cuyas sus raíces estarían en una ignorancia existencial del ego. Para Levy, que hace ya muchos años se dedica a enseñar cómo abordar terapéuticamente este conflicto, “el ser humano padece como consecuencia de sus intentos ignorantes de producir bienestar” y lo que propone desde esta visión es darle inteligencia a ese deseo de bienestar y completud del ego (al que denomina el “cambiador”), dado que, “tan cierta como su ignorancia manifiesta es también su profunda sabiduría potencial, es decir su capacidad de aprender”
Esa parte de nosotros que quiere cambiar a la otra, generalmente con buenas intenciones, falla en los medios que emplea, llevándonos una y otra vez al fracaso y la frustración.
Cuando “lo que deseo ser” actúa con la ignorancia de su inmadurez, se enoja, se resiste, patalea, presiona, manipula y, obviamente, no logra la verdadera transformación anhelada (ni adentro ni afuera) generando daño y confusión, o sea, sufrimiento psicológico.
Ahora bien, si a esa misma voz interna que quiere cambiar, le damos un lugar para que hable, le enseñamos cómo expresar lo que siente, cómo pedir lo que necesita, con paciencia y lúcida dedicación, puede alcanzar una cierta sabiduría y convertirse en un eficaz colaborador de la vida. Si le damos las herramientas adecuadas y un contexto amoroso, seguro y compasivo, ese mismo ego infantil puede ir transformándose en conciencia asistencial al servicio de la plenitud y el desarrollo personal.
Todos sabemos que llegar a un acuerdo real, en donde cada una de las partes quede medianamente conforme y tranquila es una tarea ardua. Como toda negociación, para que resulte, requiere altas dosis de escucha, tolerancia, apertura, tiempo, flexibilidad.... y un ingrediente esencial, infaltable cuando se trata de lidiar con el dolor humano: compasión.

viernes, 4 de marzo de 2011

Caricias que nutren




En sintonía con el Día de la Mujer, este martes 8 de marzo, en nuestro programa de radio “Encuentros para el Darse Cuenta” tendremos la visita de una educadora de la Asociación Internacional de Masaje Infantil. Agustina Bassi nos va a introducir en este maravilloso tema del contacto y la conexión a través del masaje, que desde los primeros días de vida del bebé deja una huella imborrable en su universo afectivo.



El masaje es una herramienta que desde tiempos inmemoriales se utiliza para aliviar, sanar, conectar y comunicar afecto. Millones de mujeres a lo largo de la historia conectaron con sus bebés a partir del masaje, encontrándose con su sabiduría innata en lo que a las necesidades de sus hijos e hijas se refiere” nos adelanta Agustina.



El contacto piel con piel acerca, nutre, vitaliza y fortalece el vínculo mamá-bebé, le brinda herramientas concretas a la madre para ayudarlo a aliviar cólicos y relajarse emocional y físicamente. También genera un aumento de secreción de la hormona llamada occitocina, que produce una sensación de profundo bienestar en la mamá, el papá u otro adulto que da el masaje.





Asimismo es un elemento importante a la hora de enseñar al bebé a internalizar el contacto sano y respetuoso, partiendo de concepto de que el bebé es un ser en sí mismo, que puede elegir cuándo quiere y cuándo no ser tocado, por quién y de qué manera.





Finalmente, la sensibilidad de la piel es una de las funciones más importantes del organismo y se desarrolla en un estadio temprano. Esta estimulación cutánea es, de hecho, esencial para un óptimo desarrollo orgánico y psicofísico.





“El masaje infantil es un arte antiguo que conecta profundamente a los padres con la figura de su bebé; que les ayuda a entender el lenguaje no verbal de su hijo y responder con amor. El niño cuya voz es escuchada, cuyo corazón se siente satisfecho y que está envuelto en amor, es capaz también él de ofrecer cariño”.


( “Masaje Infantil: Guía práctica para el padre y la madre” de Vimala Schenider)



Los esperamos para seguir conversando acerca de este y de otros temas más este martes a las 17hs. por MantraFM , en la sección Mujeres que despiertan