lunes, 19 de octubre de 2009

El día de mamá, todos los días


El día después de los festejos comerciales y los saludos convencionales, mi pequeño y sentido homenaje a todas las mujeres que cada día despliegan su ser maternal, lo más amorosamente que pueden, con los pocos o muchos recursos que cuentan y alentadas por una misteriosa fuerza, increíble y poderosa, que cuando emerge nos vuelve capaces de sortear cualquier obstáculo y superar cualquier limitación.
A todas ellas, a mi querida madre y abuela que desde el cielo me acompañan y guían en esta búsqueda personal, desde lo más profundo de mi corazón: FELIZ DIA.

Hacemos la revolución cada mañana cuando despertamos sudando envueltas en el cuerpo del niño pequeño. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones, verdades nombradas, diálogos abiertos, compresiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso hacen parte de la nutrición afectiva. Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.

Las madres hacemos la revolución cuando recuperamos nuestros rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la tierra y somos el cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.

La revolución de las madres acontece cuando nos dejamos fluir por la energía de las trece lunas de cada año. Cuando nutrimos, alimentamos, sanamos, atendemos, esperamos y estamos abiertas y receptivas para con los demás.

No importa que hayamos tenido vidas difíciles. Cada día es una nueva oportunidad para mirar a un niño y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna. Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos
.”
Laura Gutman, "La revolución de las madres"

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