miércoles, 29 de junio de 2011

Vacío y espacio creativo


Desde hace un tiempito vengo explorando el tema de la creatividad. Conmigo misma y con quienes están en esta misma búsqueda para sus propias vidas. Zambullirse en el mundo de las múltiples posibilidades creativas desde el ser y no desde el ego, es un viaje maravilloso. Lleno de joyitas. Con cada paso que damos sucede algún descubrimiento, un hallazgo impensado.
Hoy quiero compartirles algo acerca del vacío. Esa sensación algo ambigua y tantas veces evitada. En términos más "psi" podríamos hablar de "la angustia" frente al acto creativo, en las cercanías de aquello que deseo. Llamémoslo como nos quede más cómodo, pero no dejemos de investigar este lugar interno para transformarlo en un manantial para nuestra propia creatividad.

Para desplegar este ser creativo que, lo sepamos o no, todos tenemos, es necesario poder vaciarse. Dejar ir aquello que ocupa espacio (tanto adentro como afuera) y que ya no genera bienestar, crecimiento ni alegría. ¿Para qué lo guardo? ¿Qué sentido tiene conservarlo? ¿Hasta cuándo lo voy a seguir manteniendo?
La verdad es que no nos gusta dejar ir. Ni a los pensamientos, ni a las objetos, ni a las creencias, ni a las personas. Esto es parte de la naturaleza del ego, la base de nuestra personalidad. Sin embargo, cuando sucede, en esa tristeza del vacío podemos encontrar una enorme espaciosidad calma y llena de belleza. Una paz profunda. Una quietud silenciosa y vasta que colma nuestro mundo interno de infinitas posiblidades.

Hay una imagen que ilustra maravillosamente esta dificultad con la que a menudo con tropezamos a la hora de deshacernos de lo innecesario. Tiene que ver con el universo femenino, aunque no siempre están exentos los hombres de este dilema: el placard. Cuántas cosas nos pasan a las mujeres frente a nuestros placares?? Cuántas metáforas podríamos armar con las sensaciones encontradas que nos despierta ese espacio finito plagado de objetos, recuerdos, experiencias y roles?? Clara Coria en "Las negociaciones nuestras de cada día" utiliza este excelente paralelo entre el guardarropas y la vida y afirma que "las perchas vacías son proyectos potenciales". Me encanta esta idea de hacer espacio para poder volver a llenar con lo nuevo.

"Liberar perchas, desocupar estantes y vaciar cajones es una tarea de desprendimiento, simple en apariencia pero profundamente compleja, porque toda persona tiene motivos valederos para retener lo que guarda y, al mismo tiempo, para querer desprenderse de aquello que retiene. Se entabla una lucha entre distintas necesidades de una misma persona."

Siguiendo en esta línea, lo que se impone llegados a este punto es una negociación entre estas partes internas. De lo contrario corremos el riesgo de actuar por impulso y después lamentarnos de habernos desprendido de "esa prenda" o nos seguir reprochándonos eternamente por guardarla.  Es preciso negociar para llegar a un verdadero acuerdo, es decir consensuado, que nos permita sostener la decisión.
Una vez liberada, esa percha vacía nos recuerda que tenemos nuevas necesidades por cubrir estimulándonos a la búsqueda de cómo satisfacerlas.

Inventar, re-unir, re-ordenar, re-crear.
Pulir, desoxidar, tallar y amasar.
Expandir, flotar, permitir, dejar pasar.
Desobstruir y realimentar.
Ampliar, depejar, sacudir y desenrrollar.
Afinar, bocetar, desmalezar, agitar y decantar.
Posibles acciones inspiradas a favor de nuestra creatividad.
La receta incluye altas dosis de amorosidad, paciencia infinita y voluntad para cambiar.

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